Una pequeña escena de un libro sin título

Se asomó por la terraza y miró abajo, estaban haciendo una competición de quién hacía más flexiones y justo al lado intentaban hacer algo que se le parecía muy poco a la lucha. «Qué mancos son», pensó riéndose de ellos, si ella estuviese allí abajo… Dejó su copa en la mesita de noche de la habitación donde se encontraba, donde iban a dormir Pablo y ella. Se apresuró a bajar por las escaleras para encontrarse con los amigos de su novio. Él había ido a buscar algo de droga, así que quería aprovechar para divertirse un poco, estaba harta de vivir bajo sus órdenes.

Se acercó al círculo para observar más de cerca como Dani y Nelson hacían todo lo posible para demostrar a los demás quién de los dos es más fuerte. Tras algunos golpes en falso, caídas ridículas en el suelo, patadas no voladoras y algún insulto para hacerse los machos, ninguno de los dos ganaba y los demás empezaban a estar algo decepcionados. Harta, dio un paso en frente para entrar en el epicentro del círculo y miró a su alrededor, siempre le había dado miedo hablar en público por si se reían de ella, que era algo bastante recurrente, y dijo con voz alta:

– Si ellos no acaban la pelea, la tengo que terminar yo. ¿Por qué no lucháis los dos conmigo?

«Ailana está loca», «¿Pero qué dice esta flipada?», «Ha bebido demasiado», «Debería fumarse un porro a ver si se le pasa», iba escuchando mientras esperaba una respuesta de los chicos. Se giró hacia cada una de las personas que habían juzgado.

– Y si queréis vosotros también, si sois tan valientes para juzgar también lo sois para luchar conmigo. No os dejéis llevar por las apariencias – Dani y Nelson se miraron, encogieron de hombros y se pusieron en frente de Ailana para luchar, gesto que la hizo sonreír. Dani era el más fuerte, pero era el que tenía siempre la guardia más baja, con un golpe específico y concreto lo podría dejar totalmente fuera de juego. Luego le quedaría Nelson, que con lo cansado que está, será muy fácil ganarle.

Corrió, esquivó con mucha facilidad al golpe y dio un golpe con la derecha por debajo del mentón de Dani, dejándole instantáneamente en el suelo sin consciencia. «Luego tendré que ver si está bien», se quejó ella. Ahora tocaba Nelson, que estaba algo cabreado y aterrado por lo rápido que había hecho caer a su amigo, se precipitó en dar golpes en el aire, cosa que esperaba. Se desplazaba para esquivar con una facilidad envidiable y cuando tuvo la oportunidad se abalanzó para tirar a Nelson en el suelo. Se puso encima del pecho de Nelson y dejó caer su cuerpo para que no se moviera, luego se levantó para darle un gancho en toda la parte derecha de la mandíbula.

El silencio que se palpaba en el ambiente era algo siniestro, tan solo se escuchaba la respiración agitada de Ailana, aún encima del pecho de Nelson; todos los invitados estaban pendientes de la ganadora. De repente, el sonido de un aplauso lento y contundente empezó a resonar por toda la casa, ella levantó la mirada hacia el chico que aplaudía, luego se sumaron algunos más y más. Ailana se levantó, totalmente confusa y eufórica a ver aplaudir a todo el mundo. Pablo también aplaudía, su rostro era duro y serio, miraba a la chica con furia y curiosidad, acababa de descubrir algo de la humana que no podía tolerar, pero que a la vez la hacía más fascinante. Cuando sus miradas se encontraron, saltaron chispas de la tensión existente, ambos sabían que tendrían una discusión más tarde. Lo que Ailana no sabía era que, lo que le esperaba esa noche, estaba muy lejos de ser una discusión normal y corriente.

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