Segundo mandamiento. Cometer errores no es algo negativo, es un aprendizaje

¿Cómo te has sentido cada vez que cometes un error? ¿Cómo han reaccionado los de tu entorno? ¿Cómo has reaccionado tú después de cometer ese error? A ver si adivino, te has sentido muy culpable y te has fustigado durante unos minutos. Los de tu entorno están bastante enfadados o decepcionados contigo, no aflojan la cuerda, es cómo si fueran unos paparazis, sedientos de noticias, esperando a qué hagas algo raro para contarlo a la prensa y juzgarte.

El sistema educativo, tanto en la escuela como en casa, suele castigar el error, algo necesario que suceda para que la persona aprenda a tomar mejor las decisiones y analizar mejor el riesgo. Cometer errores es la forma que tenemos los humanos de aprender, queramos o no, pero el miedo a fracaso es demasiado evidente y palpable. Ese miedo viene del terror al castigo que se nos impone al equivocarnos. Ese miedo viene de nuestra dolorosa necesidad de ser perfectos. Ese miedo viene de la vergüenza que nos da cometer errores y de la ansiedad que nos provoca los juicios posteriores.

Todos. Absolutamente todos, nos vamos a equivocar varias veces (bueno, más bien muchísimas) en nuestra vida, y lo más probable es que nos equivoquemos con la misma piedra una y otra vez, frustrándonos cada vez más. Eso no significa que empecemos a mostrar impasividad cada vez que erramos, es importante analizar y entender el por qué nos hemos equivocado y cómo podemos hacer para no volver a cometer el error. Es decir, tiene que haber un aprendizaje del error para que no vuelva a ocurrir.

Dicho esto, no tengas miedo a equivocarte, al fin y al cabo, tienes todo el derecho de aprender y volver a equivocarte, como todos los demás.

 

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