Se puede aprender de la enfermedad

Querido diario.

He tenido dos días para pensar y aceptar antes de escribirte, así que el discurso será muy diferente y más inteligente, así es cómo debe ser. Hace dos días recibí los resultados de una prueba. Al leerlos, lloré de miedo. Me asusté. Son algo graves y es algo que nunca me había sucedido anteriormente. Tengo miedo, mi querido amigo. Mucho miedo. Miedo a la incertidumbre.

No me siento preparada para explicarte de qué son los resultados (y mucho menos de explicárselos al mundo, es algo muy personal), pero sí que te puedo contar que tener la enfermedad que se me ha diagnosticado hace dos días, me introduce directamente en el grupo de los que tienen una altísima probabilidad de tener cáncer. Miedo a la incertidumbre.

Es la primera vez que me enfrento a un reto así y, al ser aún una luchadora novel, la aceptación y centrarme en el momento presente, son mis mejores armas. El día 30 de junio tengo una visita con el doctor, para hablar no solo de los resultados que ya tengo, sino también para informarme de otros resultados que aún desconozco, los de la anatomía patológica; en ese momento valoraremos la gravedad de la situación. Miedo a la incertidumbre, miedo a no saber qué es lo que me van a decir ese día, pero estoy segura de que no sea bueno.

No vale la pena echar la vista atrás para intentar comprender el por qué, no vale la pena mirar hacia un futuro desconocido, no vale la pena hacerse imágenes o suposiciones. Pero… no puedo evitar sentir algo de miedo. Miedo por la condición que se me ha impuesto. Pero acepto y abrazo a ese miedo, así es como debe ser.

Querido diario, la vida… la vida es la lucha contante entre la Sombra y el Ser, entre el Bien y el Mal, entre el dolor y la felicidad. Esa dualidad siempre va a existir y va a estar dentro de todos nosotros, ahora bien, yo elijo en qué bando quiero estar. Elijo el Ser, el Bien y la felicidad. Elijo sonreír, pero dejo fluir cuando necesito llorar.

Querido diario. Mi queridísimo diario. Siempre que me pasa algo doloroso o malo, me digo a mí misma: mi juego aún no ha terminado, estoy dentro de la partida y voy a ir a por todas.

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