Cerró los ojos y deseó de todo corazón la desintegración de cada una de las personas que había a su alrededor. Estaba harta de las burlas y las risas de los compañeros de clase, tan solo quería escapar, huir bien lejos, algo que no podía hacerse en esos momentos. Tampoco era maga, así que cerrando los ojos no conseguiría nada.
Una sensación de calor le empezó a recorrer por toda la médula espinal, desde el sacro hasta el cerebro, terminando con un cosquilleo en toda la cabeza. El ruido de su alrededor dejó de formar parte de aquella realidad, formándose a su vez un silencio sepulcral, ese silencio que solo experimentas cuando estás solo en el planeta.
La sensación, un tanto desagradable, de hipertermia y cosquilleo terminó. Calma, pensó. Coge aire y abre los ojos, se ordenó. Pero el aire que entró no pudo salir a causa del nudo que se le había formado en la garganta, estaba en el aula, sentada en la misma silla, muy oxidada y vieja. Seguía en el aula, lo único que… ¿Dónde estaban las paredes? ¿Y el profesor? ¿Y dónde se habían escondido los compañeros de clase?
Miró como el suelo se había agrietado y malas hierbas se alzaban con timidez, el material escolar estaba totalmente destruido, roto o en un estado deplorable. Se levantó cautelosa y algo mareada, hacer desaparecer a todo el mundo requería mucha energía. El colegio estaba del mismo estado que el aula, daba la sensación de estar en un escenario de post guerra. Pero la naturaleza no crece tan rápido, observó.
Sus piernas fallaron, obligándola a caer de rodillas rendida en el suelo. En sus ojos abiertos y llorosos se pudo percibir el reflejo de una ciudad totalmente destruida. No había absolutamente nadie vivo, pero tampoco no había restos de humanos por ninguna parte, es como si todo el mundo se hubiese esfumado. ¿Qué cojones había hecho? Lo había hecho ella, eso estaba segura.
Mis padres, pensó horrorizada. No podía moverse del suelo, estaba tan débil y aterrorizada que su cuerpo no respondía a las órdenes de su mente. Se había quedado sola en todo el planeta Tierra. Sola. Ella tan solo quería que la gente la respetase, la amase y la aceptase tal y como era. No quería… esto. Quería…
Si he podido hacer esto, lo puedo deshacer ¿no?, concluyó. Cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas volver a la normalidad. Las risas y las riñas de la profesora empezaron a acariciar sus tímpanos, y con una amplia sonrisa de alivio, abrió los ojos. Todo estaba igual que antes. Suspiró y se prometió a sí misma no volver a usar ese don.