Sentí calor, mucho calor cuando llegué, amigo mío. El sol de la tarde era abrasador, pero me hacía verdadera ilusión estar allí de hecho, suspendí una quedada con una amiga para llegar pronto a la playa. Miré a mi alrededor y vi mucha gente broceándose, haciendo vóley, tomando algo o jugando algún tipo de juego activo, de esos que tanto me gustan a mí. También había quien se bañaba o ya se había montado su base de operaciones para esa noche tan especial. La noche de San Juan.
Como siempre, llegué al lugar sin batería en el móvil. Durante el recorrido a pie, hablé con un policía muy amable, por cierto. Llegué a un círculo de personas, donde se encontraba una de mis amigas más cercanas, sonrió al verme. Eso me hace muy feliz, es una persona que ha robado mi corazón. Traté de eliminar mi faceta perfeccionista, probar de aprender y disfrutar de esa noche del fuego.
Ya lo sabes, querido diario, tiendo a ser muy exigente en seleccionar muy bien quién se acerca a mi vida y quién no. Tiendo a eliminar a demasiadas personas, supongo que no puedo permitirme que me hagan más daño. Mis sombras. Por eso, en esa noche del fuego, intenté ser fuego para los demás y quemar esas sombras lentamente.
Sonreí y hablé de tal forma a todos los integrantes del grupo que había como si conocerlos fuera lo que más feliz me hacía en ese momento. Escuchaba abiertamente. Estaba atenta a sus necesidades. Trataba de ser la educación, la igualdad y el respeto en persona. No tienes ni idea, querido amigo, cómo cambian las personas si las tratas como realmente se merecen. Si has decidido estar en un lugar, tus sombras no te pueden dominar. Si has decidido estar, todas las personas integrantes en el grupo se merecen tu atención, por igual. Aunque… no todos aplicaron eso, yo quería ser la que marcaba esa diferencia.
Cuando escuchas y observas, te das cuenta y, cuando lo haces, aprendes. Aprendí mucho de todo el mundo. Conocí a personas que me pueden cambiar la vida. Me sentí integrada. Ya sabes que tenido varios grupos de amigos durante mis años de vida y nunca duran. Se disuelven, sin más. Siento que ya no me suman, así que me voy. Me han echado de grupos cuando sufría bullying, pero eso es otra historia.
Volvamos a la historia. Nos drogamos. No malpienses, drogas hay muchas. Allí en la playa todo el mundo se drogó. Todo el mundo se deterioró mentalmente a mitad noche. Tampoco te daré más detalles, no necesitas saber tantas cosas, aunque seas mi diario.
¿Te acuerdas de que te he dicho que estaban en círculo? Pues, en medio habían hecho una fosa para colocar las maderas. Al caer la noche, encendimos una hoguera. Estaba entusiasmada, hasta que me empezaron a escocer los ojos por el humo, era realmente incómodo. También te digo que esa hoguera nos hizo de mechero y de estufa a muchos de nosotros, sobre todo a mí.
Fue mi primera verbena de San Juan en las tierras valencianas, amigo mío, y creo que puedo decir con certeza que es la primera vez que he estado en un grupo de amigos y no he huido a los cinco minutos. No te rías, desgraciado. De verdad que es la primera vez que estuve más tiempo en el momento presente, disfrutando de cada una de las almas que había a mi alrededor.
Eso es. Almas. Almas con sus sombras. No hui de ellas, las acepté porque eran almas construidas a base a su pasado, como la mía. Almas que tienen su propia historia y que, para ellas, es la más increíble e importante del mundo. Empatizar con lo increíble que son sus historias, hace que dos almas conecten. Allí conecté.
Me dejo muchas cosas, pero ya me he cansado de escribirte, querido diario. Nos vemos pronto, cuídate y no hagas muchas maldades.