El chico que se convirtió en astronauta

Hoy iba a ser un día especial para Mateo, iba a anunciar su nuevo puesto de trabajo a su grupo de amigos, él estaba realmente entusiasmado aunque…

Sus padres no se tomaron tan bien la noticia de su nuevo puesto de trabajo, sobre todo su madre que no paró de preguntar si estaba seguro o si no había otra alternativa. Su padre en cambio, hacía bien su papel, intentaba consolar a su madre diciéndole que era su sueño desde bien pequeño y que estaría bien. Si hubiese sido una chica, o habría sido al revés o los dos se habrían preocupado.

Se duchó y se arregló para hacer planes con sus amigos, que por lo general era cenar fuera y luego salir de fiesta para meterse tal cantidad de alcohol hasta que los sentidos dejen de funcionar correctamente. La verdad es que estaba un poco harto de hacer los mismos planes y con los mismos amigos. Llamaron al timbre de casa justo al terminar de adecentarse. Bajó corriendo las escaleras y abrió la puerta. Allí estaba Hugo, con una botella enorme de ron Barceló y una sonrisa traviesa que tan bien sabía hacer. La madre de Mateo chilló al ver la botella:

– ¡¿Os vais a beber todo esto?!

– Incluso más – dijo Hugo a carcajada limpia, asustando aún más a la madre de su amigo.

– Tío, más capullo no puedes ser – le reprochó. – Venga, vamos.

– Hijo, piénsate lo que hablamos, por favor, al menos hazlo por mí- suplicó una vez más con los ojos llorosos y tristes. Le daba mucha pena ver a su madre así de triste. «Lo superará», pensó con firmeza.

Entraron en el coche en dirección a la cena y tras unos momentos de silencio sepulcral, Hugo hizo la pregunta definitiva:

– ¿Qué le pasa a tu madre? ¿Qué quiere que te pienses?

– Lo iba a contar en la cena, cuando estuvierais todos, pero bueno te lo cuento antes, pero no digas ni una sola palabra – al ver que Hugo asentía muy serio, Mateo suspiró y se quedó en silencio para encontrar las palabras adecuadas, pero tan solo había una sola elección, cuatro palabras – voy a ser astronauta.

– ¡Qué dices tío! ¡Te has vuelto loco! Anda, no me asustes así – se rio su amigo fuerte y algo nervioso.

– No estoy de broma, ya sabes que ha sido mi sueño desde pequeño, he estudiado mucho para ello.

– Pero, ¿no era imposible tener plaza?

– Pues me la han concedido – dijo Mateo algo enfadado con su mejor amigo, que no mostraba la alegría que esperaba.

– Pero… – Hugo se quedó algo confundido – Pero, ¿de verdad quieres ser astronauta?

– ¿Por qué no? – le respondió con otra pregunta.

– Por qué ya no nos vas a ver y puede ser que nunca más – susurró Hugo muy triste.

– Hugo, tío, sabes que os quiero mucho a todos, pero también sabes que he aprendido a desprenderme de todas las personas de mi alrededor hace mucho tiempo, cuando murió mi padre.

– Lo sé pero ¿y tu madre?

– Lo superará. Si me tengo que preocupar por todo el mundo menos de lo que quiero hacer yo, nunca voy a cumplir mis sueños.

– Bien pues… si es lo que quieres… – empezó a hablar Hugo tras más momentos en silencio – ¡VAMOS A CELEBRARLO Y A BEBER!

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